miércoles, 24 de agosto de 2011

Neve Shalon (Cap 22)


Quince días duró la preparación del viaje, mediante la ingestión del brebaje alucinógeno, Mech pudo mostrar a la tribu los motivos de la partida y cómo a cambio dejaba en su poder una inmensa cantidad de información útil para beneficio colectivo. Vinicius explicó la naturaleza de su condición de “Sombra” y compartió con ellos la candente preocupación por la probable extinción de la comunidad al haber dejado abierta, en el transcurso de la búsqueda,  una ruta en la selva que, seguramente, usarían los cazadores de fortuna y los traficantes de esclavos en un negocio en expansión. De ahí la importancia de cambiar de sitio, huir  al interior del territorio y evitar en lo posible a portugueses del Este y españoles del Oeste que armados hasta los dientes abrían rutas secretas buscando oro en un territorio tan grande que la corona de Lisboa no podía cubrir por falta de recursos. Por la mente de Gwanahé pasó la peregrina idea de asesinar a los visitantes blancos y los porteadores que le acompañaban, cerrando así el escape de datos sobre la ubicación de su pueblo, pero al estar conectado a la mente de Mech, no pasó de ser sólo un pensamiento entre tantos nacidos de la desesperación ante los cambios ya en camino. El Alien le hizo ver que Vinicius también llegó a considerar la posibilidad de arrasar con la aldea, y sin embargo, nada más llegar dejó todas las armas en tierra confiando en el dialogo por encima de la pólvora, creyendo,  en cuerpo y alma, que una negociación a tres bandas entre él, Mech y Gwanahé era la mejor solución para alcanzar su objetivo. El jefe indígena pidió perdón y el portugués respiró más tranquilo pues una de las cosas que no dijo el extraterrestre fue que Vinicius barajó la posibilidad de eliminar también a los porteadores en el intento de preservar la ruta hacia la tribu, algo que, afortunadamente, nunca se llegó a hacer.
_”Debes venir con nosotros a Portugal”_ explicó Vinicius a Mech_”Hay planes atados a tu futuro y debo cumplir esa misión” _ La llama azul liberó sendos destellos_”¿Me espera la luz o la oscuridad?”_interrogó la voz del que bajó del cielo_”No tengo tal respuesta, Mech. Estarás bajo mi custodia, amparado por hombres de mi entera confianza, los mismos portugueses que me acompañan y también, bajo la protección de un Arcángel” _”¿Cuál de ellos, amigo Vinicius?” El europeo se acomodó mejor sobre la estera de fibra dejando escapar una media sonrisa mientras descansaba la otra nalga_”Su nombre es Ubel”_”Si”_dijo enigmática la llama_”Le conozco. Entonces todo está bien”.
Ya casi nada podía asombrar al hombre blanco. Pero sintió una intensa descarga emocional al comprobar que la sombra del ángel era más larga de lo imaginado pudiendo llegar hasta el alma de seres de otros mundos.
Partieron a las primeras luces del amanecer y no hubo gritos ni lagrimas. La tribu al completo se fue a la orilla del Gran Río para presenciar la despedida. Los custodios de la Casa Comunal devolvieron la armas a sus antiguos dueños que al recibirlas mancharon de óxido las manos por culpa de la falta de uso. El módulo de comunicación fue desarmado y dejado en su mínima expresión y con los materiales sobrantes construyeron una especie de baúl donde colocaron a Mech.
Cuando los botes de los blancos se perdieron en el segundo recodo del río, Gwanahé dio la orden de partida y todo el pueblo se adentró en la selva mientras que, algo más rezagados, un grupo de guerreros borraba, con sutiles artes de hijos del bosque, las huellas del recuerdo de lo que fue y ya no sería más.
En sus mentes llevaban conocimientos de astronomía, agricultura, botánica, medicina, ingeniería y humanidades. Fundarían con el tiempo una de las comunidades más misteriosas del Amazonas y a día de hoy, continúan escondidos en lo profundo de la selva a salvo de narcotraficantes, guerrillas y empresas madereras, también lejos del ojo insaciable de los satélites comerciales y militares rusos, brasileños, chinos y norteamericanos.
La expedición de rescate bajo el mando de Vinicius tardó más de un mes en llegar a Manaos porque la estación de las lluvias y las crecidas del caudal fluvial, había irrumpido con mucha fuerza dificultando los movimientos humanos en cualquier dirección pero a su vez facilitando aquello que mejor sabían hacer los “Sombras”, pasar inadvertidos en medio del caos y él era bueno en su oficio. Allí se las agenció para embarcar en un destartalado barco al mando del capitán Moreau, un curioso personaje de piel mestiza buscado por la justicia de todo el Caribe francés por delitos tales como libre pensador, abolicionista, contrabandista, independentista y masón al que Vinicius sobornó a sabiendas de que no haría preguntas sobre el contenido del extraño equipaje custodiado por tres callados portugueses que parecían no tener nunca ganas de dormir. Moreau estaba condenado a no salir del universo interior del Gran Río so pena de perder, literalmente, la cabeza, por eso aceptó sin pestañear la bolsa de tintineante sonido, abrió una botella de añejo y firmó con un largo trago de ron el contrato que les llevó, al cabo de tres días, hasta la pequeña ciudad de Macapá, en la ruta de la desembocadura. Allí despidió con otra  buena cantidad de monedas de oro a los diez porteadores nativos a sabiendas que ése dorado metal en inexpertas manos atraería la atención de aventureros, tahúres y gente violenta desperdigada en aquellas orillas sin ley que harían lo posible para arrebatárselos aún a costa de abrirles en canal a la primera ocasión o descuido. Por eso no se le ocurrió otra cosa que recomendarles hacer de nuevo el viaje en dirección inversa y buscar refugio y nueva vida siguiendo el rastro de la tribu que acogió a Mech, _”Gracias, patrón, pero regresaremos a Manaos cuando baje el río”. Vinicius sintió mucha pena, habían sido excelentes compañeros de viaje y les despidió con la certeza de quien sabe que les quedaban pocas semanas de vida, ésa es una de las dificultades de ser “Sombra”, se pueden ver cosas futuras, Así que esperó, bajo las cataratas abiertas del cielo y en compañía de los tres sempiternos compatriotas, el zarpar de una goleta que una tarde de buen tiempo les sacó al mar empujada por vientos generosos bordeando, a contra olas, la agreste costa hacia el norte hasta llegar a Paramaribo y acogerse al amparo de un funcionario holandés de la red de apoyo de los “Sombras” con buenas relaciones con la comunidad hebrea congregada en torno a la sinagoga Neve Shalom, atendida por judíos asquenazíes de su entera confianza. Cuando dejaron a Mech en el rincón más tranquilo de la cripta subterránea del templo, el rabino Simón, un hombre anciano especialmente sensible a las energías sutiles, se acercó a Vinicius con humedad en los ojos y preguntó con las manos cruzadas sobre el pecho_ “Dime portugués, a propósito de ése baúl que estamos escondiendo con tanto secreto y promesa de silencio ¿Se trata del Arca de la Alianza? ¿Has traído a mi templo el objeto que guarda el mensaje de Yahvé,  las Tablas de la Ley?”
Vinicius se pasó los dedos por la barba sintiendo sobre la piel el fuego de la mirada del judío.
_”No señor”_dijo desde la sinceridad_”No es el Arca lo que contiene ése baúl, tampoco la Vara de Aaron, más bien se  trata… de otro tipo de alianza”
_”¿Entre quién?”
_”Entre seres del cielo, de otros mundos, y nosotros”
_”¿Nosotros los judíos?”
_”No rabino, nosotros los seres humanos”
Simón tocó la superficie del contenedor advirtiendo el cosquilleo de la electricidad que desprendía.
_”Dices de otro mundo ¿no?”_Insistió
_”De muy lejanos mundos, venerable maestro”
La cara de Simón era un mapa de emociones. Una nube de calma cruzó sus párpados y entonces dejó caer los hombros en gesto de resignación.
_”Algo así sólo puede ser obra de los ángeles, no de los demonios ¿Verdad portugués?”
_”Cierto, no cabe duda, por eso usted ha sido elegido para custodiar algo tan delicado”
El anciano parecía satisfecho y su interlocutor aliviado.
Vinicius tiró de su portentosa memoria y dijo, intentando poner fin a tan incómodo interrogatorio.
_”Recuerdo un pasaje del Deuteronomio que dice “"Las cosas secretas pertenecen al Señor, Dios nuestro”
_ “Pero las cosas reveladas”_ continuó el rabino_ “Nos conciernen a nosotros y a nuestros hijos eternamente, para que cumplamos las palabras que están en la Thora” Ya comprendo, gracias”
Y estrecharon las manos; el viejo Simón comprendió que Vinicius no era enteramente humano, que parte de su ser estaba conectado con un lugar similar al origen de aquello que escondían bajo tierra y que si Dios quería manifestarse allí, en su humilde presencia de hombre mortal, y de paso había sido escogido para cuidar una de sus obras, traída por un forastero emparentado con los ángeles, la integridad de la fe y el equilibrio de las esferas celestiales se encontraban a salvo bajo su techo, pues todo estaba ya escrito en el Talmud y él era el custodio de su palabra.
Aquella noche ambos durmieron como hacía tiempo no lo hacían, envueltos en una extraña paz venida de muy lejos y soñaron una playa con dos lunas iluminando árboles de frutos triangulares y ciudades sobre el mar desde las que partían luces amarillas impulsando naves sin velas, quilla ni remos. Y a la mañana siguiente la vida continuó como si nada aunque los fieles habituales del templo notaron un misterioso regreso de las fuerzas en el anciano, como si le hubieran quitados veinte años a los huesos y de paso regalado vida a su voz que se alzó por encima de las ventanas al entonar cánticos de alabanza y agradecimiento al Creador.      
        

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