lunes, 13 de junio de 2011

El país de los sueños propios (Cap 13)

  
Hay cerrojos que ceden, puertas que crujen bisagras, salto dentro de mí misma y me detengo en un punto de luz bajo la bóveda de los recuerdos.
No hace frío ni calor. Todo es perfecto en el inicio del viaje, pero ¿Hacia donde?
Es como estar en un planetarium donde la vida se proyecta en imágenes fijas junto a otras en movimiento.
Evito mirar hacia alguna de ellas, porque desnuda estoy ante la existencia expuesta a mis abiertos sentidos, demasiado dolor en aquella que vibra en el lateral derecho, mucha ausencia y lejanía en otra que pende cual espada de Damocles sobre el pelo, errores mezclados con aciertos en esta que se abre con ademanes de pétalos junto a fotogramas cargados de profunda ternura e imborrables momentos de felicidad.
Las bases de la naturaleza humana que porto y de la que no puedo renegar sin poner en riesgo lo que soy y creo ser, están en este lugar ubicado entre el todo y la nada, más allá del espacio conocido, donde cada acción, hecho o acontecimiento, aguarda pacientemente ser revisado a su debido tiempo. 
Necesito sentarme y lo hago sobre un suelo que recuerda la piedra, cruzo las piernas y la bóveda comienza a girar lentamente cual bello carrusel obedeciendo órdenes de la mente. El Recuperador de Sueños conserva algo del encanto de los juguetes infantiles y el misterio del circo ambulante en la ligera majestuosidad del movimiento. No estoy asustada, ni ebria, respiro aire puro, con matices salobres, presencia invisible de mares nunca navegados, estelas perdidas para siempre entre las olas de la memoria y rescatadas en los archivos del Recuperador.
Un botón de luz desciende del centro de la bóveda y flota a mi lado. Despide un dorado intenso cual sol en miniatura que no quema. Avanzo la mano para tocarle y lo encuentro frío. Le hago un hueco entre los dedos y le acuno sobre el pecho, ofrendándole calor, y entonces soy recompensada con el plan que guía mi visita a Oníria, el país de los sueños propios.
A mis años, ya podéis imaginar la cantidad de información acumulada, así que nada mejor que un guía para tal viaje.
_” ¿Quién eres, lucecita?”_ pregunté al botón de luz.
_” Mi nombre es Yood, hijo de Lienék, el Pastor de Sueños.
_” ¿Qué hacemos aquí, amigo Yood?”
_” Sólo soy un Guía. Eres la protagonista de tu propia vida, pero desconoces la ruta de los hilos trenzados que parte del Alma y se hunden en el origen de tu linaje”
_” Estás para mostrar el camino ¿verdad?”
_” Si, te mostraré lo que debas saber y nada más”
_” Entonces, ¿qué haré con todas las imágenes que tengo sobre mí?”
El sol en miniatura dentelleó intermitente durante unos segundos.
_” Ya habrá tiempo de verlas todas con calma”
_” ¿Cuándo?”
_” Será el día de tu muerte, durante la agonía, bajo cinco pares de manos canalizando amor y paz a lo largo del cuerpo físico que se despide, en la tranquilidad de una obra bien hecha a tu paso por este plano de existencia, acompañada del cariño de los seres queridos que amas y has amado, los vivos y los que partieron antes.”
_” Entonces, adelante”_ digo poniéndome en pie.
_” Que así sea.”
Vértigo, fogonazos de colores jamás vistos, sonido de rocas moviéndose, pasos humanos, llanto de un bebe, ahora estoy volando, no siento la gravedad, hay luna en cuarto menguante anclada a un cielo malva, ahora desciendo, muy rápido, me falta el aire y abro la boca buscándole. Pierdo la visión, estoy ciega. Unos brazos suavizan el descenso, recupero la vista y veo el suelo, estoy intacta. Amanece entre nubes que dispersan rayos de luz tras unas colinas que desdibujan una ciudad desconocida, mis pies tocan tierra y la ayuda me abandona, pero las piernas no me sostienen, así que caigo sobre un costado. Levanto la cabeza e intento adivinar dónde estoy, reconozco una higuera y varios olivos, hay un prado pequeño donde un burro pasta indiferente a mi presencia.
Me incorporo y siento algo de frío, entonces me doy cuenta de que visto una indumentaria de tres piezas de un tipo de tela cosida a mano, completamente nueva para mí. El pelo se oculta bajo un amplio pañuelo azul cuyos bordes doblados descansan sobre los hombros y llevo sandalias de cuero áspero y oscuro que empapa el rocío de la mañana. No se que hacer ni a dónde dirigirme. Estoy perdida en un sueño perdido en el sueño de mis recuerdos recuperados. Y eso no arregla las cosas.
_” ¡Yood!, ¿estás ahí?”
No hay respuesta.
A lo lejos observo a un grupo de hombres jóvenes y de mediana edad, camino a los campos de labranza que se abren a la vista a medida que el sol  se impone a la oscuridad.
_” Yood, ¿dónde estás?”_ llamo enfadada a mi guía.
_” No está”_ contesta una voz _ “Pero, estamos nosotros”
Doy un brinco y descubro a Ubel a mis espaldas acompañado de un desconocido. De un salto me abrazo a su cuello mientras doy gracias al cielo por haber encontrado a alguien en tan extraño lugar.
La mirada del arcángel devuelve paz a mis sentidos. Ubel pone sus enormes manos sobre mis hombros, hurgando en el fondo de mis ojos.
_” He venido con mi mejor amigo”_ y se aparta para que le vea.
Doy unos pasos y le tiendo la mano como saludo.
_” Mucho gusto, me llamo…”
_” Sé tu nombre”_ Interrumpe el desconocido que, a continuación retira hacia detrás la capucha, dejando al descubierto una cabeza coronada por un pelo castaño de suaves hondas y una barba que enfatiza la aguileña nariz sobre unos labios gruesos y sensuales que armonizan con dos enormes ojos de grandes pestañas._”Y tú, el mío”_ concluye.
En aquel momento las nubes se abrieron y un rayo de sol iluminó el  verde prado.
Entonces estrechó mi mano. Y el tiempo se detuvo. Vi a Ubel esbozar una sonrisa de complicidad con el desconocido. La verdad abrió un surco en mi corazón y un nudo apretó tanto la garganta que inqué las rodillas a los pies del amigo del arcángel.
Éste se agachó y sin apenas esfuerzo me levantó por las axilas.
Me habló con el mismo amor que a una hermana pequeña_” Póstrate ante mi Padre, no ante mí, que soy sólo su hijo”
Supliqué  a Ubel con el rostro, ya que no tenía palabras para mi boca, que me ayudara a entender lo que estaba sucediendo y él, tan directo como siempre, se cruzó de brazos como si tal cosa, diciendo.
_” Vamos, pequeña, si le conoces desde niña, ¿Quién sino él te acompañaba en tus aventuras por cuevas y bosques? ¿Quién creías que te protegía de tus imprudencias y accidentes? ¿Crees que no te escuchó en tus momentos más negros? ¿Recuerdas a tu amigo invisible? Creo que tiene algo que decirte esta mañana”
_” ¿A mí?”
_” A ti no”_ dijo el acompañante_” A tu memoria”
Y me estrecha en un abrazo inolvidable, agregando a continuación.
_” Viajera del tiempo, gracias por venir. Conoces mi historia y mi destino. Nada cambiará los acontecimientos, pero tú eres parte del futuro. Ha ese futuro me dirijo. He cuidado de ti y de los tuyos desde otra dimensión donde Yo existo multiplicado en infinitas partículas de mí Ser. Es hora de continuar el plan de mi Padre. No estás sola, Tienes el amor de Ubel y el mío propio. ¿Cuento contigo?”
Puse mi mano en su pecho y mirándole a los ojos confesé emocionada.
_” Si, lo que quieras ¿Cómo negarle algo a Jesús de Nazaret?”
Y aquel hombre llamado Jesús besó mi frente en lo que considero mi verdadero bautizo en el amor más grande que pueda uno imaginar. 


       

No hay comentarios:

Publicar un comentario