lunes, 2 de mayo de 2011

La Familia (Cap 4)


_”Pero antes” _continuó Ubel_” Debemos subir un poco más, hasta allí”_Dijo señalando un lugar específico de la base del castillo_”Quizá sea la luna, me siento especialmente sensible a los recuerdos”
_”Eso no es malo”_ reflexioné en voz alta mientras intentaba romper con la mirada el misterio del claro oscuro que la luz del satélite derramaba sobre aquella zona de la ciudad.
Nos adentramos por senderos a la sombra de plantas y árboles siempre alejados de las típicas rutas turísticas, caminos discretos, casi sutiles, abiertos por el paso de caminantes inquietos y amantes de los amores furtivos, siempre precedidos por el cimbreante andar del avatar femenino de Ubel.
Y se puso a hablar sobre el enviado tercero, conocido por el nombre de “Águila de Ojos Profundos”.
Nació a orillas del Río Bravo, en el actual estado mejicano de Chihuahua. Desde muy joven rompió los lazos que le unían a su tribu natal y salió a predicar el amor y respeto entre los humanos de cualquier origen por los caminos de arena hasta llegar a los senderos de barro de la selva central. Su fama alcanzó a los oídos del gobernador del altiplano que le acogió bajo su protección. Desde allí fue desparramando entre los habitantes de los grandes lagos, unos fundamentos apoyados en el buen juicio, la bondad y el honor que entraña la solidaridad entre hermanos. Pero tanto bien e inequívocos apoyos, públicos y privados, venidos del jefe de aquel reino, levantaron envidias y motivaron conspiraciones. La idea de lograr las cosas por vías pacíficas chocó de lleno con los planes de la cúpula militar que acariciaba planes de guerra hacia otras comarcas con el propósito de engordar las arcas y expandir los territorios. Águila de Ojos Profundos se opuso a todo aquello aumentando hacia él todo el odio de los hijos de la muerte. Como para entonces sus ideas ya estaban muy profundamente arraigadas en el corazón de las personas, su presencia empezó a ser muy molesta. Su jefe se convirtió en Emperador, ungido por los dioses y elevado al rango de Máxima Inefabilidad. Entonces se elaboró un plan especialmente siniestro; asesinarle y a la vez convertirle en divinidad, de esa manera se evitaría revueltas y otros desordenes. Así que una noche, para acallar su voz, alguien le clavó un cuchillo de pedernal en medio del pecho. Ocultaron el cuerpo en una cueva sin nombre en las faldas del Volcán Tutelar, construyeron a su alrededor una elaborada y compleja leyenda, se inventaron liturgias y estatuas, le dedicaron días en el calendario y juegos deportivos, su nombre ocupó espacio en los estandartes de combate y para todo el mundo dejó de llamarse Águila de Ojos Profundos para ser recordado como Quetzalcóatl, que significa, Serpiente Emplumada. Hasta la mañana en que llegaron las carabelas de Hernán Cortés y la historia de aquel mundo cambió para siempre.    
Por fin, a la vuelta de un ángulo de la muralla este, Barcelona se abrió ante nuestros ojos con el rabioso esplendor de sus luces. Desde el puerto hasta los barrios altos, recordaba el núcleo de una pequeña galaxia desparramada a orillas del mar. Las nubes sobre la urbe reflejaban su claridad creando una exquisita sensación de estar viendo la puesta en escena de una obra dedicada a lucha del hombre contra la oscuridad en la que nueve brazos de luz, nacidos del imponente Palau nacional de Motjuïc, recordaban lo posible que es acariciar el cielo, mientras, una ola de colores estallaba en la fuente mágica que corona la Avenida de la Reina María Cristina, la que parte de la coqueta Plaza España, bajo los nobles compases de una lejana sinfonía y el regocijo de varios cientos de curiosos y sus cámaras de fotos.
_”Cómo ha cambiado”_ dijo Ubel meditabundo_ “No la recordaba tan iluminada”
_”¿Acaso no pasabas a menudo por aquí?”_ preguntó José ante el desconcierto de nuestro amigo.
La hermosa morena caminó unos pasos hacia el borde del talud que desciende muy vertical hasta la base de la muralla, colocó los brazos en jarras con las manos abiertas sobre las caderas, miró en dirección al cielo, después a la ciudad, se encogió de hombros y regreso a nosotros.
_”Si, paso a menudo por Barcelona, cuando mi vuelo es lento, lo hago a siete mil kilómetros por hora y a cuarenta de altura para evitar contactos como aquel contra el que choqué el primer día que llegué a vuestro hogar; pero no se trata de eso, nosotros viajamos a la velocidad del pensamiento. Nos desmaterializamos aquí y nos materializamos allí, es la única manera de atender un Arco Operativo. A veces, por el placer de disfrutar un poco, bajo a la velocidad que les he dicho y aún así, todo va tan de prisa que no hago mucho caso a lo que veo pues, en realidad, mi atención la ocupa “lo que siento” al volar sobre Barcelona. El trabajo de los ángeles que viven aquí, las historias de los humanos, los problemas cotidianos, me llegan en forma de paquetes sensoriales que voy abriendo y devolviendo a medida que encuentro soluciones o respuestas adecuadas a sus demandas mientras cruzo el firmamento dentro de una membrana en forma de burbuja aerodinámica llamada Hüdemmjáa.”
_”¿Hüdem…qué?”_ preguntamos a la vez.
Una risa cascabelera despertó a algunas aves de tempranero sueño, la risa de un ángel puede llegar a ser un amanecer en miniatura.
_”¡Es fácil!… Mirad, se pronuncia poniendo la boca algo torcida y relajando la garganta para que el sonido caiga hacia adentro, así, miren, Jiuuu…demm… entonces hacéis un pequeño respiro y llegamos al final de la palabra, imaginando una bola por un tobogán ¿vale? A ver, Jaaaaa”
Y henos allí, a José y a mi, torciendo los labios en el intento de pronunciar el nombre del vehículo que usa nuestro amigo.
La risa compartida nos unió de una manera especial. Éramos tres seres atados por lazos cuya dimensión se dibujaba más profunda de lo esperado. Entre nosotros no había maldad, ni competencia, ni tirantez de algún tipo. Y mientras Ubel se burlaba de José y le corregía torciéndole los labios para crear un nuevo motivo de risa, advertí que algo, muy dentro de mi, crujía y se abría de par en par. Instintivamente puse mis manos en el chacra del corazón y le sentí latir en otras frecuencias. Sin dejar de reír y abrazar a José y sus cosquillas, Ubel me clavó una de aquellas miradas de cristalino destello, imposibles de evadir.
“Muchas gracias” escuche dentro de mi cabeza. “Gracias por hacerme sentir querido por vosotros” Sujetó a mi esposo por los hombros con los brazos, que no por ser femeninos eran menos fuertes, y le recordó que él tenía el gran honor de ser uno de los pocos humanos que conocían el Uk, que lo hablaba muy bien y que si lograba quitarle aquel profundo acento de La Habana con que destrozaba las reglas milenarias del idioma de los ángeles, podría, tal vez, llegar a ser un gran escritor con un público potencial de varios millones de seres alados a la espera de sus libros y grabaciones.
Con la vejiga a reventar, José se retiró en busca de un lugar donde regar las plantas, quedando un momento a solas el ángel y yo.
_”Ubel, yo también te agradezco que estés con nosotros”
_”Gracias, pequeña”
_”Sin embargo, con el paso de las horas, te siento más humano, más…cómo decirlo… ¿Cómodo? En tu estado actual.”
Me acerqué un poco e impuse mis manos en su pecho.
_”Dime ángel ¿por qué percibo miedo en tus corazones? ¿A qué temes? ¿Por qué soy tu refugio?”
Ubel colocó su mano sobre la mía y contestó lleno de serenidad.
_”Hace dos mil años en el tiempo, una noche como esta, en el desierto de Judea le pregunté a un hermano, lo mismo que tú. Respiró profundo, se abrió la tunica, descubriendo al viento y las estrellas sus largos cabellos, estoces me dijo_”Ubel, hay miedo en mi corazón por culpa de mi propia humanidad. Temor al dolor que provocará, la futura ausencia, sobre aquellos que me aman, no temo tanto el que aguarda para hacer sufrir mi cuerpo y, querido ángel, por esa razón, me refugio esta noche en ti porque ya eres parte del eslabón más fuerte de este mundo, se llama Familia, sea de hombres o sea de almas” y le abracé en la soledad del desierto, sin más testigos que sus seis ángeles de escolta y el Ojo del Universo derramando lágrimas de cometas sobre el cielo de Palestina.”
_”Bienvenido seas a mi familia, querido Ubel”
_”¿A la de hombres o la de almas?”
_”A las dos, cariño, a las dos, que en definitiva es una sola”         

No hay comentarios:

Publicar un comentario