martes, 31 de mayo de 2011

Así ha sido y será, porque así es (Cap 10)


Ubel alzó ligeramente un dedo cuyo movimiento captó al instante Ornella.
_”Querida Ornella, es hora de que llames a Jerusalén”
La Trooper miró su reloj de pulsera, movió los labios cerrados, agitó las pestañas, arqueó una ceja, respiró hondo, tragó saliva y apretó los puños, todo en tres segundos.
El arcángel le miraba con una pizca de ironía en su caída de ojos como si ese instante de turbación le divirtiera.
_”Ornella, ¿Ya dejaste de hacer muecas?”
_”Perdón, Maestro Ubel Arcángel, es que…”
_”¿Qué?”
_”Nada, Maestro”
_”Ven, acércate”
Y la tomó por el talle con sus largos brazos.
_”Te necesito centrada, entiendo que los acontecimientos están sucediendo muy de prisa pero confío en ti ¿Sigues confiando en mi?”
La chica cambió de postura dejando ver algo de enfado consigo misma por la transparencia su momentánea debilidad.
_”Si, Maestro. Yo confío plenamente en usted”
_”De acuerdo, entonces has la operación junto a tu nuevo protegido. Déjale ver y escuchar, que no intervenga pero que se entere de todo. Lo dejo en tus manos”
_”Jái”_ contestó Ornella que, girándose hacia José, le pidió que le acompañara.
Mi esposo se había quedado con lo del “nuevo protegido” que escuchó de los labios de Ubel y enseñando las palmas de las manos a la altura de su cara en señal de stop, se dirigió a nuestro amigo celestial.
_”Oye Ubel ¿Qué es eso de “Nuevo protegido? ¿Acaso ella me va a proteger? Yo no necesito protección alguna, sé defenderme solo”
El arcángel se incorporó en toda su belleza y puso los brazos en jarra.
_”¡Ay cubanito! ¿Qué voy a hacer contigo?”_ dijo con cara de circunstancia_”Menos mal que te quiero tanto…tanto…que de veras no se que hacer contigo, vamos a ver… Ornella es a partir de hoy quien velará por tu seguridad, otras entidades se encargarán de cuidar a tu mujer y a las niñas. Con tu esposa no hay problema pues ella tiene el don de la Confianza, en cambio tú, posees el don de cuestionarlo todo, razón por la que seguís juntos en perfecto equilibrio y armonía. De todas maneras, deberías saber cuales habilidades posee ¿Nos la recuerdas, querida Ornella?”
_”Si, Maestro. Soy graduada en artes marciales, piloto de helicóptero de combate, francotirador de primera clase, miembro del Special Weapons and Tactics, alias Swat, de Nueva York, especialista en lucha antiterrorista y contraespionaje, técnico en contramedidas electrónicas y seguimiento por satélite, soy la mejor hacker de Europa occidental para sistemas informáticos civiles y militares, he trabajado para el Mossad israelí, la Cia norteamericana y el KGB de la antigua Unión Soviética, hablo catorce idiomas y seis dialectos. También soy primer diploma de la Scuola Leonardo da Vinci, de Roma, se trata de cocina italiana. No imaginas cómo hago los espaguetis”
José escuchaba perplejo, con las manos en los bolsillos.
_”Pero mi niña”_le preguntó abriendo los ojos _”¿En qué tiempo aprendiste esas cosas?”
Ornella acercó su rostro al de mi esposo.
_”En los últimos cien años, es que aún soy… una cría”
Ubel reafirmó las palabras de la chica con un giro de cabeza.
_”Y bien José ¿Estás convencido sobre la capacidad profesional de la Trooper Ornella?”
_”Vale, vale, yo estoy de acuerdo pero ¿Acaso ella no es la escolta de Exvet?”
Los ojos del amigo angélico cambiaron de tono en una reacción asociada a lo que nosotros denominamos tristeza.
_"A partir de hoy, nuestro hermano Exvet comienza a preparar su regreso a La Fuente. Mañana vendrán a buscarle dos miembros del grupo “Chux Valáod” con la misión de ir, poco a poco, reinsertándole a la vida espiritual y alejándole de la identidad material que, como humano, sostuvo durante trescientos años.”
José miró al anciano con un punto de humedad en sus ojos
_”Exvet, ¿te vas a morir?”
El viejo Trooper sonrió y alzó su copa a modo de brindis al cielo. Entonces Ubel explicó el origen de la situación.
_”No José, Exvet vuelve a casa, regresa al sitio de donde partió con el propósito de hacer un trabajo específico entre vosotros. Conozco La Fuente, es un lugar maravilloso, estará bien”
_”Sin embargo, creo verte un poco triste ¿O no?”
La hermosa morena se acarició la barbilla apoyando el codo sobre un antebrazo.
_”Alguien escribió que los ángeles somos seres perfectos”_ dijo en tono evocador_ “siempre lumínicos y geniales ¡Tonterías! Los ángeles somos, sobre cualquier argumento imaginado, seres amorosos, entidades tan llenas de amor que sin él nos desintegramos. De tanto andar entre ustedes surgen formas de apego, tanta cercanía y comprensión, tanta complicidad, hacen inevitable la aparición del sentido de pérdida y hasta yo mismo me pregunto cual de las identidades de Exvet he amado más ¿La de Don Francisco Gracia, comerciante de especias orientales? ¿La de Juan de Calatayud, importador de licores? ¿Javier Amador, coordinador general de la Cruz Roja en Suiza? ¿Ernesto Chao, ingeniero de caminos? ¿Miguel Carrasco, industrial de los ferrocarriles o el actual  Don Rodrigo de Aranzazu, economista e inversor tecnológico? Al final me quedo con Exvet. Con su partícula inmortal de vida, el eterno niño Exvet. Así ha sido y será, porque así es
_”Amén, tío”_ dijo José
Se hizo el silencio.    
El arcángel volvió a tomar asiento, se arregló el peinado y señaló a la Trooper.
_”Acompaña a Ornella querido José, y no pierdas detalle de lo que va a ocurrir”
Mi esposo y la chica se dieron las manos en señal de armonía. El cubano estaba algo avergonzado por las dudas vertidas sobre ella, así que fue sincero al decirle.
_”No sabía tu currículum, perdóname si te he ofendido.”
_”Estás perdonado”
_”Muchas gracias… aunque aquello que dijiste sobre los espaguetis…no sé ¿Podríamos hablar del tema?”
_”¡José!”_ intervine simulando enfado_”Ni se te ocurra, mira que tienes que bajar de peso”
Y la risa de todos fue rocío sobre pétalos de rosa en aquella noche. La Trooper puso su mano en el hombro de José y me envió una mirada de complicidad en la que encontré aquello de lo que hablaba mi amigo ángel, Confianza. Saber que un ser así cuidaba de él me trajo mucha paz porque en aquellos ojos grises vi un tipo de amor muy especial, mezcla de resignación por los acontecimientos ya en camino, un poco de aceptación ante la dura línea de la vida y a su vez, la seguridad de que mi familia había crecido con aquella joven que bien podía pasar por hija nuestra, una hija que el tiempo se encargó de otorgarle título oficial gracias a su arrojo y valentía.    

domingo, 29 de mayo de 2011

Recuerdos del futuro (Cap 9)


Siguieron goteando las horas por los bordes de la esfera del reloj de caoba que se erguía a la entrada del estudio-biblioteca del lado norte de la casa. Mientras tanto, fuimos agasajados por el viejo Trooper y su guarda espaldas con alimentos traídos de muy lejos gracias a valiosos contactos en la capitanía del puerto, la aduana del aeropuerto y las autoridades de la frontera francesa que, cuidados con especial celo, mantenían provisto de todo lo necesario a Exvet lejos de los controles de las fuerzas de seguridad españolas y las estrictas leyes de la Unión Europea.
Más relajados que al principio, continuamos la animada parla sobre esponjosos cojines alrededor de una mesa circular de grueso cristal en la que teníamos a mano golosos antojos.
Ornella se mantenía sutilmente en segundo plano, muy consciente y alerta de peligros no confesados y alarmas por conocer pero, gracias a su actitud serena y profesional, sentí apagarse dentro de mí aquella luz roja que su presencia inspiró al principio de la noche. Todos, menos Ubel y, en menor medida Ornella, degustamos tanto el vino y las viandas con el mismo placer de las vistas sobre la ciudad más la temperatura ideal que logró el sofisticado sistema de calefacción que transcurría entre las paredes y bajo el parquet. La atmosfera era relajante y tranquila, porque para entonces la confianza se había instaurado en nosotros y yo incluía con naturalidad y rango de íntimos, a estos personajes salidos de leyendas y fábulas que se cruzaron en la línea de mi vida.
Exvet continuó el relato de lo acontecido en el Concilio porque José quería indagar sobre la capacidad premonitoria de los “Sombras” pues creyó entender que la predicción que valoraban en aquella ocasión subía a ciento cincuenta años por delante.
El anciano confirmó que las visiones y sueños de aquellos “Sombras”  estaban agrupados en tres períodos de cincuenta años desde la fecha del inicio del Concilio en aquel verano de 1864 y que cada bloque de años coincidía con los ajustes cíclicos de la línea espacio temporal que separa nuestra dimensión de otras que comparten sitio, masa y energía en la inmensidad de un  Universo del que sólo arañamos la capa superficial de su grandeza.
_”Las verdadera limitación, a la hora de entender las visiones, estaba en nosotros mismos”_reflexionó el Trooper mientras miraba a través del púrpura que llenaba su copa como si ahí de hallaran condensados los recuerdos_”Éramos hijos de aquella época, nuestro intelecto estaba en la vanguardia del saber, casi al nivel de muchos académicos e inventores contemporáneos, pero en definitiva, no más allá de lo que la ciencia había descubierto hasta entonces…me costaba entender los fundamentos de un ingenio mecánico capaz de alzar el vuelo como las aves, con un señor sentado dentro observando empequeñecer a sus semejantes a medida que subía. Recuerdo aquellas extrañas naves submarinas, guiadas por instrumentos incomprensibles, movidas por nuevas energías, atravesando la noche eterna de las profundidades. Cambios en la arquitectura, en el estilo de vida. Carruajes sin caballos llenando ciudades, moviéndose por anchas avenidas a velocidad de locura, trenes deslizándose entre edificios de alturas jamás soñadas, mujeres vestidas con poca ropa, navíos de cuatro chimeneas cruzando océanos, voces saliendo de cajas de madera junto a música y noticias, imágenes en movimiento proyectadas sobre lienzo blanco atrayendo masas de fieles seguidores que se emocionaban con las historias exhibidas y así, y así…como olas sobre arena de playa, las visiones venían y se iban dejando inquietud y preocupación. Después regresó la guerra, por segunda vez se enfrentaban los países, no había piedad, ni contemplación con nadie. Aunque antes, y eso me afectó extraordinariamente, me vi a mí mismo corriendo entre trincheras aquí, en España, ayudando a heridos, llorando junto a los mutilados a la sombra de las ruinas del Alcazar de Toledo. Tosiendo entre nubes de polvo de las explosiones en el frente de Teruel o esquivando bombas en las calles de Barcelona. También recuerdo a un hombrecillo de ojos vidriosos y bigote mostacho hipnotizando a la gente, enviando hacia la muerte a los hijos de los otros, arrasando naciones cual plaga desatada. La carrera por crear la bomba más destructiva no se detenía, las fábricas, hijas del ingenio humano, tampoco. El planeta vivía un rapto de locura colectiva. Un día, la luz de uno de aquellos engendros fue capaz de eclipsar el sol y el grito de miles de almas desintegradas por el calor de las fauces abiertas del infierno me arrebató el sueño para siempre al vislumbrar la silueta, recortada sobre fondo azul, de un enorme hongo gaseoso elevándose sobre una ciudad en llamas. Ya en el tercer bloque de información canalizada, no éramos capaces de comprender lo que veíamos. Menos mal que he vivido lo suficiente para darle sentido a todo. Aquel Concilio fue crucial, entre todos pudimos lograr un modelo de aproximación del futuro y gracias a él diseñar estrategias más eficientes. Hoy sé muy bien que la preocupación de los arcángeles tenía fundamentos sólidos y que una alteración en el modelo genético de los “Sombras” entrañaba correr muchos riesgos, pero se trataba de algo urgente, necesario. El tiempo estaba en contra, los cambios no podían esperar ya que los recién nacidos debían cumplir el pacto con el ciclo parental y buscar su libertad total una vez fallecidos los progenitores, para entonces, estarían más o menos en el umbral de 1914 y listos para participar en La Gran Guerra del lado de los ángeles y los hombres de bien y a partir de entonces, como homenaje a Lord Burdock, los “Sombras” serian conocidos bajo el nombre de “Troopers”.
   

domingo, 22 de mayo de 2011

La copa (Cap 8)


Exvet me acercó una copa que contenía un magnífico gran reserva, cosecha 1985, al que gustosa entregué mi paladar para satisfacción del anciano Trooper que, con un guiño, me indicó la existencia de más botellas con similar contenido en una discreta despensa de acero, con atmósfera controlada, que ocupaba un rincón del salón de la casa.
El relato de lo ocurrido en el Concilio de Alfreton condujo mis sentimientos hacia el umbral de aquel universo paralelo que, desde milenios anteriores, compartía espacio con nosotros, época tras época, dificultad tras dificultad, en la sinuosa escalera de caracol de la evolución espiritual y social del ser humano.
Así supimos de la existencia de una masa anónima de semi hombres y semi ángeles repartida en todos los países y sociedades, culturas, campos y ciudades del mundo, viviendo entre la humildad y el poder, entre la tentación y el deber de cumplir una alianza firmada antes de nacer de vientre de mujer, manteniendo, con gran esfuerzo, el frágil equilibrio entre los díscolos humanos y el Cosmos Fecundo que nos parió.
Mucho debe querernos el Creador. Inmensamente amados debemos ser por Él, para que soporte ante su rostro las históricas majaderías, las descomunales desobediencias y el constante desafío al que le sometemos con nuestra conducta. Pero yo que, cada hora pasada junto a aquellos seres luminosos, me abría más y más de corazón y mente, comprendía que tal muestra de amor tenía un punto curioso y convergente porque, hechos a Su Imagen y semejanza, recibimos de aquel lo que tal vez sea el más importante exponente de su afecto y confianza en nuestra cordura final; le llaman Libre Albedrío, la capacidad de ir a nuestro aire por la vida y, gracias a la ley de aciertos y errores, confiar en discernir entre el bien y el mal de forma justa y proporcionada, aunque los vaticinios que se manejaron en aquella reunión convocada por Lord Burdock anunciaban un tipo de tormenta jamás vista.
_”Por entonces”_continuó la historia el anciano Exvet_”Yo vivía en Madrid, poseía otra identidad, era importador de vinos y licores de Suramérica gracias a mis contactos en la Compañía Trasatlántica, una antigua empresa de navegación española que surtía regularmente mis almacenes de todo aquello que era exótico y novedoso a los largo y ancho del imperio. Mucho antes de convocarme su excelencia Lord Burdock, comencé a tener sueños del futuro, fragmentados, dispersos, mosaicos sin aparente conexión. Eran sueños inquietantes porque en ellos veía máquinas aún por conocer y rostros de personas que no habían nacido. En lo profundo de mi corazón, la llegada de la invitación del Lord con el propósito de reunirnos en su Mansión, no me tomó del todo por sorpresa, más bien fue un alivio, aunque dio rienda suelta a nuevas preocupaciones ya que aquel sobre en mi mano confirmaba la trascendencia de mis visiones oníricas cuyo alcance era tal, que se convocaba un encuentro de altísimo nivel siendo yo uno de los agraciados invitados. Hubo un elemento que confirmó mi desasosiego, junto a la firma del anfitrión, en el costado inferior del pergamino, había un sello lacrado con el incrustado anagrama de La Llamada, un símbolo de alerta cuyo conocimiento estaba restringido en exclusiva a los “Sombras”. Ante una razón de tal magnitud, puse al frente del negocio a mi secretario, le di poderes sobre todas las decisiones venideras y alquilé un coche de línea que me dejó los huesos destrozados por aquellos infames caminos, heredados de antiguas calzadas romanas, que atravesaban la península hacia el norte, hasta llegar a Bilbao y embarcarme en el primer navío, con destino a Liverpool, que encontré.”
José preguntó a Ubel sobre su punto de vista en aquel Concilio y el arcángel, pestañeando suavemente, se reacomodó en un blando sillón de cuero blanco junto a la chimenea, cruzó las piernas, quitó un par de arrugas de la blusa y dedicó una amorosa mirada a Exvet.
_”Yo esperaba esa Llamada, la inquietud que sentían los "Sombras" era compartida por nosotros. La humanidad entraba de lleno en la revolución industrial y mi voto estaba a favor de nuestros hermanos "Sombras". Pero antes había que escuchar sus argumentos, necesitábamos saber si aquellos que pedían un cambio en la estructura molecular de la parte angélica, eran conscientes del significado trascendental de una manipulación a esos niveles. Porque una masificación de nacimientos de niños portadores de tales capacidades, niños con un mensaje claro sobre el por qué de su misión en la tierra, resultaba delicado y peligroso”
_”¿Por qué, Ubel?”_pregunté muy intrigada.
Esta vez, los ojos del ángel barrieron el espacio hasta posarse en Ornella.
_”Ella es la respuesta”_ dijo señalando hacia la joven Trooper.
Ornella esbozó una media sonrisa, orgullosa de sus orígenes e inclinó la cabeza en señal de humildad ante todos.
_”Fue como crear una nueva Eva”_continuó Ubel _”Un nuevo "Sombra" más capaz, inteligente y ágil. Con menos estatura, más equilibrado pero igual de hermoso, depositario de la sabiduría de sus hermanos mayores pero sin lazos con el pasado y, sobre todo, con la posibilidad de escoger su sexo o lo que es igual, poder tener "Sombras" mujeres en gran cantidad”
_”¿Es que no había "Sombras" mujeres?”_preguntó José.
_”Oh si, había muchas”_contestó Exvet_”Pero insuficientes para las necesidades de la futura primera guerra mundial. Siempre hubo hermanas junto a nosotros, muchas de ellas alimentaron las hogueras de la inquisición y allí encontraron temprana muerte ante la imposibilidad de regenerar sus tejidos por la acción del fuego, otras murieron salvando y curando a personas y el resto intentó influir en las sociedades de las diversas épocas pero, por la incapacidad de engendrar hijos que todos poseemos, fueron siempre mujeres excluidas, verdaderas parias en un mundo donde se pensaba que su papel final era el de ser irremediablemente amantes esposas y entregadas madres.”
Al pronunciar las últimas palabras, percibí un fugaz gesto de dureza y contrariedad en el rostro de Ornella. Acaricié el filo de la copa, bebí un sorbo y la devolví al mantel de la mesa.
_”Entonces, vosotros sois estériles ¿no?”
_”Si, querida Guardiana, y creo que es mejor así ¿Desearíais tener un padre que jamás envejece mientras las canas invaden tus cabellos? ¿Cómo explicar que vuestra madre fallece de vieja mientras él conserva un aspecto antinaturalmente joven? ”
Se hizo un extraño silencio, Exvet se incorporó y fue a la cocina en busca de nuevas delicatessen, yo miré a Ornella, tan callada y alerta como pantera sobre la rama de un árbol y a Ubel que parecía entretenerse con la visión fugaz del lado humano de los Troopers.
Por lo visto, aquella noche yo interpretaba el papel de toca narices al hacer preguntas incómodas, pero resulta que ya estábamos metidos José y yo en el embrollo y necesitaba saber más y más sobre todo aquel nuevo mundo, por eso me volví hacia Ornella y le dije.
_”El Universo es amor, su equilibrio, su armonía, su luz, son expresiones del mismo amor que emana de La Fuente. Nadie está inmune de sentirlo, nadie puede escapar de sentir amor ¿Y tú, Ornella? ¿Sabes lo que es el amor?”
La rubia muchacha puso recta la espalda y descansó los brazos sobre los muslos.
_”Claro, Guardiana, estamos aquí por amor, sacrificamos mucho y arriesgamos la vida por amor. Te aseguro que sólo por amor hacemos nuestro trabajo, somos ángeles, no lo olvides, los ángeles vivimos envueltos de amor y así seguimos hasta el fin del ciclo sobre la tierra”_ y volvió a posar la espalda en el sofá.
_”Si, de acuerdo”_ afirmé con la cabeza_”De acuerdo, acabo de escuchar tu lado de mujer ángel, por eso repito la pregunta y la dirijo a tu lado de mujer humana ¿Sabes lo que es el amor? ¿Lo sabes, Ornella?”
Fue un pestañazo, la micra de un segundo en la que sus ojos se posaron en Exvet y volvieron a mí.
_”No, Guardiana, y os envidio… aunque nos tienen prohibido, según el código Trooper, envidiar, pero si, tenéis razón, así es y así ha sido siempre. No le conozco, pero he estado suficientemente cerca del amor como para percibir su olor y la vibración que lanza y hace mover al mundo. He pasado mi larga vida viendo el amor en las vidas de los otros”
Le acaricié el pelo.
_”Esta noche he sabido que entras en la nuestra, que formarás parte de mi familia y que cuidarás de José para siempre. Bienvenida seas al amor de familia, con nosotros conocerás una de las caras más hermosas del amor y de allí saldrán futuras razones para que esa vida a la que llamas “larga” sea plena y completa. Cuando digo “Completa” me refiero a…”Completa”
Ornella miró a Ubel y este le dijo _”Ni se te ocurra dudar de sus palabras. La Guardiana no miente”
Exvet regresó de la cocina portando incalificables manjares.
_” ¿De qué hablabais?” _preguntó con cara de inocente.
_”¿Acaso no posees poderes premonitorios Señor de Aranzazu?”_interrogué con picardía.
_”Ay, hija mía, a mi edad ya no tengo tantos poderes.”
_”Pues hablábamos del poder de algo que está por encima de nosotros, ángeles y humanos”
El sabio y experto anciano lo agarró al vuelo. Así que sacando su lado más terrenal, tragó en seco y preguntó.
_”¿Otra copa?”
  


miércoles, 18 de mayo de 2011

El discurso (Cap 8)

 
Para tal ocasión, asistieron al Concilio cuatro arcángeles representando a otros muchos que, aún estando ausentes, mantenían permanente contacto telepático con ellos. Se trataba de Miétler arcángel, del Arco Operativo America del norte, Ubel arcángel, del Arco Operativo euro-africano,  Balú-Zilánga arcángel, del Arco Operativo Europa central y el muy sabio y juicioso Húbx arcángel, del Arco Operativo asiático.
Hicieron su entrada y ocuparon cuatro asientos a derecha e izquierda del Lord como muestra de humildad ante la persona sobre la cual recaía el peso de llevar el encuentro. En lugar de alimentos, frente a ellos habían colocado primorosos juegos florales en la consciencia de que sus fragancias si agradarían a tan ilustres e importantes eminencias.
Elocuente silencio produjo la entrada de los arcángeles cuya presencia confirmaba la trascendentalidad de aquella reunión. Tras una señal del anfitrión, el Concilio comenzó siguiendo la tradición de los “Sombras”, es decir, comiendo. Y mientras engullían guisos y fritos, pescados confitados y frutas en almíbar, patatas asadas, y surtidas ensaladas, sopas de aves del bosque junto a panes de escogido maíz o fina harina, a demás de enormes trozos de jugosa ternera que, sobre rabiosas brasas, al amparo de la campana de piedra de la chimenea principal, hacían crujir explosivas gotas de grasa que despedían sabrosa humareda, todo en medio del trajinar de jaras de vino y cerveza en las callosas manos de las doncellas escogidas; Lord Burdock, que a su edad ya no sentía tantas necesidades, levantó su copa y la golpeó un par de veces con el tenedor de plata. El ritmo de los cubiertos disminuyó un poco, lo que significaba atención total, aunque siguió el trasiego de exquisiteces.
_”Hermanos míos”_dijo el Lord una vez captada la atención y dando inicio al histórico discurso que cambió para siempre a sus congéneres_” Gracias por estar todos juntos en esta ocasión tan especial. Doy gracias igualmente a los arcángeles presentes que velarán porque lleguemos a sabias conclusiones. Gracias infinitas al Creador que vela por nosotros, desde aquí depositamos un beso de amor en su mejilla. Hermanos, entramos en una era que estará marcada por acontecimientos que afectarán la actividad de los “Sombras” en todo el mundo. Nuestro pronóstico en el tiempo alcanza, aproximadamente, los ciento cincuenta años por venir y, si se confirman las sospechas, también influirá en la concepción de nuestro trabajo aquí, en la tierra.
Llevamos cientos de miles de años con el ser humano. Con el actual ser humano y con el diseño anterior, ya desaparecido. Hemos estado a su lado a los largo de todas las edades de su historia. En la discreción, la invisibilidad, apoyándole, ayudando a que no olvide, a pesar de su caprichosa conducta, que es un ser profundamente amado por el Universo y eterno merecedor de mejores horizontes. Les recuerdo a ustedes, queridos hermanos, que esta noche honramos a los millones de “Sombras” que aportaron lo mejor de sí al Plan Maestro del Sueño de Dios. Y regresaron a La Fuente con la certeza de haber hecho lo mejor que pudieron, dadas las circunstancias de la época que les tocó vivir.
La nuestra, nuestra época, el ciclo en el que estamos, nos muestra nuevos retos para los que, desde mi humilde opinión, ya no estamos tan preparados como en siglos anteriores.
El ser humano, según las predicciones canalizadas, continuará desarrollando la potencia industrial a escala planetaria. Inglaterra junto a Alemania, Bélgica, Francia, Italia, los jóvenes Estados de Norteamérica entre otros, saben que los modos de producción están cambiando y que tal realidad influirá en la manera de ver la filosofía, la religión, la espiritualidad y las relaciones entre personas, culturas y países. Hermanos, nos hemos hecho viejos, nuestro diseño necesita cambios, sin los cambios, no estaremos a la altura de los futuros retos. Los humanos, cada vez más, dominan la fuerza de la electricidad, también el huso del vapor, comienzan a mover pesos increíbles sobre líneas férreas y los barcos en las rutas marítimas son más capaces, poderosos y seguros. La posibilidad de dominar el arte de la navegación submarina se perfila a pasos agigantados y el dominio del aire, gracias a artefactos movidos por pequeños motores, se hará realidad en pocos años igualando, por vez primera, a los humanos con una facultad reservada, desde el inicio de la creación, a los ángeles.
Pero lo peor está aún por llegar. Y les aseguro que estuve comprobando datos con otros hermanos que sintieron lo mismo a lo largo de los últimos dos años previos a este Concilio. En el verano de 1914, en el próximo siglo, comenzará una guerra de proporciones nunca vistas, naciones contra naciones incendiarán los mapas y cambiarán las líneas que los marcan. Armadas jamás vistas se enfrentarán sobre y bajo la superficie de los océanos y el nivel de crueldad al que se llegará será de proporciones inmensas. Nuevas armas dejarán obsoletos los actuales manuales militares y los humanos se matarán en inútiles trincheras y en combates en el aire movidos por máquinas aladas y artilladas que desafiarán las leyes inmutables de la gravedad. Nadie estará seguro en las ciudades, carruajes metálicos, inmunes a las balas, atravesarán barricadas pasando por encima de personas y alambradas disparando cañones móviles en escenarios donde antes se usaban caballos. Veo humo, mucho humo y sufrimiento, fabricas ensamblado piezas para matar a escala nunca vista, y esta noche, a varios años de estos futuros acontecimientos, hago las siguientes preguntas, ¿Nos quedaremos con las manos cruzadas? ¿Seremos capaces de estar a la altura de los cambios que esconde el porvenir? ¿Acaso no es hora de replantearnos la parte divina de nuestro diseño y cambiarlo por otro más eficiente y armonioso con las necesidades de los humanos del futuro? Esa es la razón central de este encuentro, debemos escuchar lo que sienten y piensan los hermanos convocados porque la línea temporal por la que se rige esta dimensión que habitamos, a comenzado a torcerse peligrosamente y en nosotros está el cumplir el pacto con los ángeles y el Creador. Ayudemos a que la humanidad sobreviva a sus propios errores.            

viernes, 13 de mayo de 2011

El Concilio (Cap 7)

Mucho más relajados, Exvet nos invitó a hurgar en su despensa con el propósito de improvisar una cena humano-celestial con los productos que atesoraba en ocultas cajas de exóticas etiquetas. Aprovechó para enseñarnos lo que él denominaba “Su morada” que resultó ser un sitio lleno de sorpresas.
Fue en aquella velada que José y yo supimos algo de la curiosa historia de los Troopers, un singular linaje angélico desconocido para el gran público y a la vez, lleno de secretos por conocer y estudiar, por eso, y a grandes rasgos, me limitaré en su conjunto, a la historia de Exvet porque el tema es muy extenso y complejo.
El 8 de Junio de 1864, en las afueras de Alfreton, Condado de Derbyshire, Inglaterra, el cielo amenazaba tormenta, eso no impedía que una  comitiva de coches tirados por briosos caballos, fuera dejando, a lo largo de la mañana y la tarde, a  visitantes venidos de varios rincones del mundo que desembarcaban apresuradamente, al amparo de solícitos paraguas, en la entrada de la imponente mansión de Lord Burdock, un rico comerciante de productos de ultramar, amigo personal de la reina Victoria, confesor de grandes secretos de Estado y una de las pocas personalidades que gozaban del privilegio de entrar, sin anunciar visita, en el  Palacio de Buckingham y ser recibido en audiencia privada por su majestad sin que se supiera absolutamente nada del contenido de aquellos encuentros. Con el eterno y misterioso aval de la casa real, Lord Burdock era, para algunos, un personaje peligroso y escurridizo ya que nunca participaba de los chismes y cabildeos de la corte, para otros, resultaba tan enigmático que, daba miedo, porque su presencia se hacía notar en la toma de decisiones políticas de la reina, sobre todo aquellas que afectaban directamente a las personas menos favorecidas, tal como ocurrió, veinte años antes en Irlanda, durante la hambruna de 1845, que provocó el dramático éxodo hacia América de muchos miles de sobrevivientes en busca de una segunda oportunidad. Gracias a los extraños oficios del señor Burdock en implicar a su ilustre monarca en tan sensible asunto, fue condecorado con el titulo de Lord, para envidia y urticaria de muchos que no entendían las razones de tanto apego por este hombre carente de nobles antepasados.
Pero aquella mañana del 8 de Junio, Burdock observaba inquieto desde el ventanal de su estudio bajo la torre del segundo campanario, la llegada de aquellos hombres de rostros serios que bajaban de elegantes y prácticos carruajes enviados por él para recogerles a su arribo a las fronteras imperiales por diferentes puertos marítimos.
Puntualmente, el mayordomo le informaba del progreso de la lista de convocados y su hospedaje en las múltiples estancias que tenía la casa, así como los preparativos del banquete nocturno.
Hacia las cuatro de la tarde, al paso del último convidado, las gruesas puertas de la Mansión se cerraron con  llaves y todo el personal de servicio, a excepción del mencionado criado, el ama de llaves y tres doncellas, fue relevado de sus funciones por orden directa del Lord; pasarían el resto del día en sus hogares o en pensiones de la cercana ciudad de Blackwell.
A las nueve de la noche, sentados en una gigantesca mesa oval de recio roble, cubierta por un fino mantel de lino de India, inmaculadamente blanco y suave, provista de manjares de todo tipo y vinos traídos de viñeros lejanos, iluminados por un centenar de grandes lámparas de aceite repartidas ingeniosamente por paredes y rincones del abovedado techo del gran comedor, quince figuras engalanadas con puntillosa etiqueta,  esperaban la llegada del anfitrión. A la hora en punto, con precisión británica, Lord Burdock ocupó un lugar en el extremo de la mesa y se hizo el silencio.
Sus octogenarios ojos barrieron con amor la concurrida estancia y una sonrisa, amplia y perfecta, iluminó las ventanas tras las cuales, un aguacero barría con sonidos de jadeo la campiña circundante.
_”¡Imári Duk, Zevooléj, Mi Jawa” (Sean bienvenidos en mi casa, hermanos) _Dijo con recia voz el anciano, en el dialecto de las Tribus Angélicas de If.
Los invitados contestaron, casi al unísono, con agradecimiento en el mismo idioma y subieron una mano hasta el lugar que ocupa el corazón.
Se daba inicio a lo que se conoció cómo El Concilio de Alfreton. La más importante reunión de un tipo hasta entonces desconocido de ángeles cuya labor fundamental era la de recopilar información sobre los seres humanos y transmitirlas a los arcángeles como parte del modelo de aproximación de conducta necesario para mantener las alianzas entre ellos y nosotros dentro del complicadísimo marco que el libre albedrío imprime a los actos del hombre en su relación con el planeta, sus habitantes y el Universo, que les obligaba a vivir, repartidos en todas las capas sociales, como nosotros, entre nosotros, renunciando a la inmortalidad propia de sus hermanos alados aunque conservando intacto el origen de su consciencia y su Alma de ángeles gracias a ser maestros en fabricar identidades acordes a los propósitos y metas por alcanzar.
Se llamaban a sí mismos “Sombras”, porque amaban las artes del sigilillo y el engaño para no ser detectados. Cambiaban de ciudades y países cuando sospechaban que tras ellos había personas tomando nota sobre lo extraño de su ausencia de envejecimiento o las milagrosas autocuraciones de las que eran protagonistas al implicarse en las infinitas guerras del hombre, actuando en la mediación de los conflictos y la salvación de los más vulnerables e inocentes. Un “Sombra” es un ángel, pero sólo la mitad. Su otra mitad es similar a la mía y nace como fruto de varón y hembra humana. Es un Alma que libremente escogió a sus progenitores como vehículo para venir a realizar una determinada labor de amor y paz, volviendo, al cabo de trescientos años, a La Fuente.
Al principio, es un niño como otro cualquiera, recibe una educación según el estatus de su hogar. Aprende oficios y ama a sus padres sin que ellos sepan que es un ángel, a cambio, éstos gozarán de buena salud y armonía familiar muy lejos de la sospecha sobre las razones de su prosperidad. Un “Sombra” cuidará hasta el último aliento a sus padres, no tendrá hermanos ni tampoco lazos especialmente fuertes con las familias de sus progenitores. Al morir estos, queda roto el vínculo, el “Sombra” para entonces ya posee una base suficientemente sólida con la que empezar a vivir otro tipo de vida, cambiando de comarca o continente y adquiriendo una identidad muy bien escogida de ante mano con el fin de recabar información sobre nosotros y compartirla con el arcángel correspondiente al Arco Operativo donde viva. Así, hasta el final de su cuerpo material.
Pero la suerte y la historia de los “Sombras” cambiaria a partir de aquella lluviosa noche británica gracias a uno de sus mayores dones o poderes, la facultad de percibir el futuro, razón por la cual los mensajes que tales augurios proyectaban en sus mentes hicieron necesaria la emisión mundial, encajada en los sueños nocturnos, de una señal de alarma reservada para casos extremos. Le decían, La Llamada.
Los escogidos no venían de la mano del azar. Los convocados a la Mansión representaban a países y regiones muy específicas. Ninguno vaciló en acudir. Lord Burdock era un “Sombra” a punto de volver a La Fuente y atesoraba prestigio suficiente para ser el intermediario ideal entre los máximos representantes de El Creador y los acuerdos salidos del Concilio. Sabían que oscuros acontecimientos afectarían, para siempre, el modo vivir en este mundo y encontrar nuevos caminos de ayuda a los humanos era una prioridad impostergable ante la enfermiza costumbre de éstos por la opción de la espada a la hora de resolver sus diferencias.
Por esa razón, y en los albores de su viaje final en este plano de existencia, Burdock sintió la necesidad moral y práctica de acometer la difícil tarea de convencer a los arcángeles para crear un nuevo tipo de “Sombra” a la que bautizaría con el nombre de “Trooper” que tendría diferencias con sus hermanos antiguos y que estaría preparado para asumir las enormes consecuencias de vivir en la siguiente centuria bajo una aterradora palabra llamada Tecnología.       

lunes, 9 de mayo de 2011

Ornella (Cap 6)


No me sentí expresamente alagada por las palabras del anciano, en realidad, fue un nuevo peso lo que percibí en mis espaldas. Aquel lenguaje críptico, lleno de simbologías tan propias de esos seres, comenzaba a ponerme ligeramente nerviosa.
En medio de mis cavilaciones, un lujosísimo coche blanco se detuvo a escasos metros de nosotros. Su interior era tan grande que siete personas, de generosas dimensiones,  podían viajar cómodamente. Un tanto teatral, Exvet se descubrió la cabeza y señaló a los asientos del vehículo.
_”Sigamos este encuentro en mi humilde hogar, Arcángel Ubel, tened la bondad de recibir, junto a los nuevos amigos, los dones de mi especial afecto, la noche es aún muy joven y no podremos hacer gran cosa hasta pasada la hora cero”
Al entrar, llamó la atención el olor a nuevo y el grosor de las puertas y los cristales. Estábamos en un coche blindado.
Al volante iba una callada joven de pelo rubio, sabiamente peinado, acentuando un rostro de facciones nórdicas en una piel que recordaba el alabastro.
Algo notó Ubel en mí, que comenzó a decirme, telepáticamente, palabras de calma. Yo le miraba, inquieta, preocupada por la entrada de aquellos nuevos personajes en nuestras vidas mientras el coche zigzagueaba de carril en carril guiado por manos expertas en medio del tráfico de la ciudad camino de las urbanizaciones más exclusivas de Barcelona.
El ángel me pedía paz y confianza “No, si yo la tengo, pero es que todo me resulta muy extraño” decía desde mis pensamientos y él devolvía, desde la luz de sus corazones, el mismo mensaje al mío “Confianza y paz” “Confianza y paz” “Estás en buenas manos” “Somos amigos” Entonces, alargó un brazo desde su asiento para que yo le cogiera la mano y así lo hice, su tacto aligeró mis cargas y calmó las inquietudes, incluyendo también cierta envidia hacia José, que parecía tomarse todo aquello de la manera más natural del mundo.
Aquel vehículo, más propio de un filme de Holywood, se detuvo ante la negra verja de un chalet situado en una colina desde la que la capital catalana se veía cual mantel de luces desplegado sobre un pequeño valle.
Un discreto mecanismo la plegó sobre si misma dejandonos paso libre hasta el arco de cristal de un porche de sólida madera clara al final de un camino de grava bordeado de cesped.
La misteriosa rubia bajó al instante y abrió a la vez la puerta de Exvet y la nuestra. Me di cuenta que era  extraordinariamente bella, no tan alta como Ubel o el mismo Exvet y, sin embargo, lo suficiente como para destacar por su atlética constitución y la magnífica sincronía de los armoniosos movimientos de un cuerpo enfundado en un juego de oscura chaqueta corta de fino cuero y pantalones negros, camiseta y botas de piel de igual color. José llamó mi atención con un gesto que pedía seguir la dirección a su mirada y al obedecerle vi sobresalir la culata de una pistola automática colocada en la espalda, a la altura de la cintura que, tras un rápido movimiento de brazos, desapareció mientras recobraba la compostura de su atuendo.
Exvet señaló la puerta de entrada diciendo
_”Bienvenidos a mi morada que, a partir de esta noche, es también la vuestra”
Agradecimos el cumplido y las formalidades sin imaginar que estábamos entrando en la que sería, verdaderamente, nuestra casa en un futuro relativamente cercano.
Una vez llegados al amplio salón de geométrico espacio, dividido en dos grandes zonas reguladas por la presencia de una enorme chimenea  piramidal que dominaba el centro, nos acomodamos en los brazos de un sofá orientado hacia un ventanal que cubría de punta a punta la sección de la casa desde la cual se veía gran parte de la ciudad y el tráfico del puerto a centenares de metros debajo de nosotros.
Ubel, con la confianza de quien ha estado antes muchas veces, quedó contemplando un Picasso original y dos Miró de valor incalculable que daban vida a la segunda zona dedicada a la gran mesa oval de los comensales.
Exvet entregó su abrigo a la joven de negro y pidió disculpas por no haber dejado las estufas encendidas pues no esperaba visita aquella noche hasta que Ubel le pidió acudir con urgencia a Montjuïc.
La chica dejó en algún sitio el abrigo del Trooper y se unió, tan silenciosa como la conocimos, a nosotros.
Regresó el anciano de manipular los controles de la calefacción y, señalando a la joven, dijo.
_”Amigos, hermanos míos, vuestra presencia honra esta casa, permitidme presentaros, a la señorita Ornella Bianchi, mi asistente.”
Nos incorporamos para saludarle y ella estrechó, sin mucha cordialidad pero si bastante corrección, nuestras manos, nada de besitos ni abrazos, solamente el toque breve e informal entre desconocidos.
_”Es un Trooper de última generación, su nombre real es Moo, aunque prefiere que se dirijan a ella por su actual identificación humana”_ explicó el viejo ángel con una muy sutil retranca.
_”Ornella”_continuó Exvet_ “Él es José, su ficha es una de las que has estudiado antes, a partir de hoy forma parte de la familia y estará dentro de tu área operativa. José es, nada más ni nada menos que, el esposo de la Guardiana de la Memoria.”
Ornella se acercó a mi marido, le escaneó con el gris de sus enormes ojos y dijo.
_”Miwa, akaturanay, ébbo, dum orilaé” _ (Dicen que tienes don de lenguas) _ en dialecto Kaíris, el de los ángeles australes. José se sintió sometido a prueba y respondió _”¿Dum orilaé? Jái, muchka miwa” (¿Don de lenguas? Si, eso dicen) y ella se tocó el pecho e inclinó la cabeza en señal de aceptación y, a partir de ese momento y no siendo consciente de estarlo haciendo, José estaba firmando una alianza con una Trooper de combate que estaría dispuesta a sacrificar su vida por cubrirle las espaldas hasta el fin de sus días.
_”Y ella”_ dijo Exvet señalándome_”Es la Guardiana”.
En el segundo siguiente, en el parpadeo del tiempo en que dos pupilas se cruzan, comprendí las razones de aquella frialdad inicial entre Ornella y yo. Ella amaba a Exvet, le amaba como sólo los ángeles pueden amar, con los sentidos puestos en cada una de las dimensiones que habitan y cada átomo de su eterea naturaleza; tal revelación dislocó muchos conceptos que poseía sobre ellos y conectó una luz de alerta en mis pensamientos ante la complejidad de aquel mundo en el que nos habíamos metido, pues mi presencia significaba también la esperada señal que precedía la muerte del cuerpo físico de aquel anciano ángel.
Ella me saludo con todo el protocolo angélico y yo reciproqué envolviéndola en mi burbuja energética de amor, tolerancia, confianza, fe, y paz, ya que lo que menos deseaba era tener de enemiga, sea la razón que fuere, a una joven ángel con pistola en la cintura.
Exvet no dijo nada mientras observaba la pequeña ceremonia, ella le preguntó quién era la otra chica que había subido al coche. El anciano arqueó las cejas.
_”Ornella, ¿de veras que no le conocéis?”
_”No, señor”
_”¿Seguro?”_ preguntó Ubel acercándose felina y delicada_”¿Seguro?”_ repitió a dos palmos del rostro de la Trooper. Entonces el arcángel le besó en la frente y el rostro de Ornella se transformó en la más pura máscara del asombro.
_”Perdón Ubel arcángel, no le había detectado bajo esa identidad”_ e hincó una rodilla en la alfombra mientras dirigía la vista hacia el suelo_  “Le pido mil disculpas, Maestro”
Amorosa, la morena sacó de su postura a la rubia, le dio un abrazo de oso de imposible resistencia y vimos deshacerse de emoción a la asistenta de Exvet bajo la extraña fuerza que emanaba de aquel contacto. La cabeza se hundió entre el cuello y el hombro de Ubel mientras los brazos rodeaban la cintura de su Maestro. Entonces comenzó, cual mujer transformada en niña pequeña, a sollozar. Sentí algo incómodo a Exvet por la escena que ocurría en medio del salón de la casa, aunque mantuvo el tipo todo el tiempo en un fingido papel de hombre inesperadamente ocupado. ¿Quién dijo que los ángeles no lloran? Lloran, como todo el mundo, lloran por amor. Por el amor que llega, pero sobre todo, por el amor que se va.
Ubel la depositó suavemente a mi lado, en el sofá. Y allí quedó la durísima Ornella, hecha un manojo de lágrimas, con la ropa fuera de sitio, despeinada, rimel por los cachetes, nariz y orejas coloradas, buscando en su bolso un paquete de servilletas para sus angelicales mocos bajo la suave voz de Ubel que le decía _ “Mélek, mélek, hejj múu, dum dáa” (Llora, llora, saca todas tus penas).
Y yo sin saber qué hacer, bueno, se que soy experta en infusiones capaces de calmar un Miura cabreado pero, es que ella es un ángel ¿Cómo se calma a un ángel? Sobre todo un ángel herido de amor, para ellos, el arma de doble filo más letal del Universo.
No se me ocurrió otra cosa que abrazarla. Me miró desde el fondo de su oleaje y nos fundimos en otro abrazo al que se unió José hasta que ella calmó la tormenta de su pecho, tragó en seco, se puso en pié, pasó la servilleta por los cachetes, emparejando así los dibujos surrealistas del corrido maquillaje, se alisó el pelo con los dedos, resopló, se ajustó el arma, y cerró un par de botones de la chaqueta con aires de quien baja la verja metálica de un bar al final de la jornada pero, ya era otra la actitud hacia nosotros, sus pupilas habían derretido la escarcha del inicio y una llamita, humilde y discreta se abrió paso a través del aire de aquella casa empotrada en una cornisa, entre el cielo de la noche y las luces doradas bajo el smog de Barcelona.    
          
 

      

jueves, 5 de mayo de 2011

Exvet (Cap 5)


Al cabo de una hora, Ubel parecía haber recuperado no sólo sus recuerdos, sino también la capacidad de ordenar los minutos venideros sin dejar entrever muchos detalles a través de las costuras de su particular conducta.
Para protegernos del frío en aquel recodo de las murallas, salimos de nuevo al asfalto y nos detuvimos a la entrada del castillo que, a esa hora, no tenía a penas visitantes.
Indagué un poco sobre los pasos pendientes y lo más que saqué fue una media sonrisa junto a un “Espero a uno de mis Maestros” que dejó en mi pecho más dudas e inquietudes que cualquier otra cosa porque, siendo Ubel un arcángel de tal categoría, imaginé a un Maestro suyo como alguien súper dotado, no se… con más alas, más envergadura, rostro severo, mirada insondable, gestos inescrutables, en fin, parecido a uno de aquellos profesores de la escuelita de mi pueblo natal, frutos de una época en la que la letra entraba con sangre y había mucho rigor entre las paredes de los centros educativos.
De todas formas, si tocaba esperar, esperaríamos en el marco de la profunda confianza que despertaba en nosotros esta relación venida del cielo, en la seguridad añadida a cada minuto vivido a su lado y, sobre todas las dudas, la meridiana certeza de que su presencia era un tipo muy singular de bendición.
Sentados los tres en un banco de madera, el ángel se puso a cantar muy bajito, como en un susurro, mirando un punto en el cielo, más allá de las nubes, que luego supe que se trataba de la Estación Orbital Internacional a su paso por el Mediterráneo. Entonaba un canto que al principio me pareció triste, en su idioma, sin levantar la voz, dejando resbalar la melodía sobre el relieve ancestral de aquella misteriosa fonética.
Miré a José, que le escuchaba embelesado, pidiéndole que tradujera. Mi amor sacudió la cabeza como volviendo de un sueño y afinó el oído.
_”Está cantando en el dialecto de los Ángeles del Norte, es una variación del Uk, pero más moderno… es… un poema que dice más o menos:
“La niebla es un celaje que impide ver tus ojos.
Los mismos que acompañan mi andar bajo tu cielo.
Yo busco tu mirada, para que me proteja.
Yo busco tu sonrisa, yo busco tu calor.
En el instante mismo, sintiendo que me miras,
a ti dedico el vuelo, mis alas, mi amor.
Soy hijo de tus ojos, en ti confío, Señor.
En el instante mismo, sintiendo que me miras,
A ti dedico el vuelo, mis alas, mi amor”
Y alzando un poco la voz y los brazos, la preciosa morena, con ayuda de las manos, percutió un ritmo sencillo e irregular que me hizo recordar las ceremonias de ciertas tribus norteamericanas y, en unión de mi marido, a dos voces muy afinadas, entraron en un contrapunto musical, simple y pegadizo que se fue convirtiendo en exquisito Mantra de profunda espiritualidad.
_”¡Iwa dao, embodúi aji Dawa, querido Ubel, a ti dedico el vuelo, mis alas, mi amor!”_ exclamó una extraña voz desde la oscuridad.
Se hizo el silencio mientras una figura humana, alta, de negra gabardina y fino bastón, hacía su entrada bajo el cono de luz de la farola más cercana.
Portaba un lujoso sombrero Borsalino de color similar al abrigo que dejaba entrever un traje gris de exquisita confección, guantes de piel de ciervo de un suave color beige, corbata roja anudada a inmaculada camisa de seda blanca y zapatos cuyo valor superaba en varios meses, mi modesto salario.
Ubel se incorporó y fue a recibir al recién llegado.
Quedaron detenidos en medio de una sonrisa compartida hasta estallar en un abrazo que duró medio minuto. Al separarse, Ubel retrocedió un paso, inclinó la cabeza y tocó su pecho en señal de respeto hacia el desconocido que devolvió el saludo con iguales gestos.
Una vez concluido el singular protocolo, el ángel tomó por el codo a su amigo y lo acercó a nosotros. Al llegar, se descubrió la cabeza ofreciéndonos la imagen de un señor que aparentaba unos setenta años muy bien llevados y que poseía las facciones más hermosas que yo había visto en anciano alguno. Junto a sus ojos de un azul insondable y un ovalo de rostro en equilibrio con la cuidada barba blanca que mostraba, aquel personaje mostraba una figura incongruentemente atlética para la edad que presuntamente debía tener.
Asida del brazo de José, puse ese tipo de cara que surge cuando en el fondo una no sabe qué hacer ante acontecimientos inesperados, dibujé una media sonrisa en el lado derecho y sostuve mi mirada en el centro del torrente de la suya.
_”¿Son ellos?”_ preguntó a Ubel sin dejar de mirarnos.
_”Así es, Maestro”_ respondió el ángel
Sus ojos saltaron de los míos y escrutaron a José que, algo incómodo con el examen, le soltó un “Hola ¿qué tal?” por decir algo o tal vez romper el hielo.
El visitante pestañeó y sujetó el sombrero con ambas manos.
_”Perdonad mis modales”_ dijo en tono sincero _ “Esperaba este día con mucha ansiedad y alegría, al fin ha llegado y me siento honrado de conocerles”
E inclinó ligeramente la cabeza en un gesto social más propio de otra época.
_”Queridos míos”_dijo Ubel_”Les presento al señor Don Rodrigo de Aranzazu, mi Maestro”
Don Rodrigo movió circularmente las manos indicando que Ubel exageraba mientras mostraba una dentadura demasiada perfecta para ser de este mundo.
_”Gracias, querido amigo, pero ustedes”_acotó mirándonos_”podéis utilizar mi verdadero nombre. Me llamo Exvet… Y soy un ángel.”
_”Ah”_ fue todo lo que pude decir mientras movía la media sonrisa hacia el lado izquierdo.
Ubel le tocó cariñosamente una hombrera.
_”Es más que un ángel, es un Trooper, un ángel de combate, alguien que se sacrifica al máximo viviendo entre los seres humanos y haciéndose pasar por uno de ellos, aunque eso signifique tener un ciclo vital muy corto por culpa de la densidad de este plano dimensional en que estamos.”
Mientras Ubel explicaba quien era nuestro nuevo amigo, éste no dejaba de hurgar en el fondo de mis ojos, por un instante creí recordar ese aparatito con luz que usa mi oftalmólogo cuando voy a su consulta.
_”Entonces, es ella”_ dijo girando el rostro hacia Ubel.
_”Si, Maestro, es ella”_ contestó el ángel.
Exvet mordió la piel de ciervo, extrajo el guante de su diestra y sujetó mi mano izquierda.
_”Querido Ubel, no es desconfianza pero ¿Me permites observar su Ki?”
El ángel hizo un gesto afirmativo y, dirigiéndose a mí, Exvet pidió licencia para tomar la muñeca entre su índice y pulgar. Accedí  e inmediatamente presionó esos puntos. A continuación sentí algo frío subiendo por el interior del brazo hasta llegar al corazón. Allí se detuvo y desapareció.
El Trooper retrocedió un paso, agachó la cabeza y se tocó el pecho.
_”No hay la más mínima duda. Ella es la Guardiana de la Memoria. La señal es clara y luminosa. Querido Ubel, el oráculo se está cumpliendo. La conjunción de Las Almas, está en camino”
Y entonces, besó mi mano.       

lunes, 2 de mayo de 2011

La Familia (Cap 4)


_”Pero antes” _continuó Ubel_” Debemos subir un poco más, hasta allí”_Dijo señalando un lugar específico de la base del castillo_”Quizá sea la luna, me siento especialmente sensible a los recuerdos”
_”Eso no es malo”_ reflexioné en voz alta mientras intentaba romper con la mirada el misterio del claro oscuro que la luz del satélite derramaba sobre aquella zona de la ciudad.
Nos adentramos por senderos a la sombra de plantas y árboles siempre alejados de las típicas rutas turísticas, caminos discretos, casi sutiles, abiertos por el paso de caminantes inquietos y amantes de los amores furtivos, siempre precedidos por el cimbreante andar del avatar femenino de Ubel.
Y se puso a hablar sobre el enviado tercero, conocido por el nombre de “Águila de Ojos Profundos”.
Nació a orillas del Río Bravo, en el actual estado mejicano de Chihuahua. Desde muy joven rompió los lazos que le unían a su tribu natal y salió a predicar el amor y respeto entre los humanos de cualquier origen por los caminos de arena hasta llegar a los senderos de barro de la selva central. Su fama alcanzó a los oídos del gobernador del altiplano que le acogió bajo su protección. Desde allí fue desparramando entre los habitantes de los grandes lagos, unos fundamentos apoyados en el buen juicio, la bondad y el honor que entraña la solidaridad entre hermanos. Pero tanto bien e inequívocos apoyos, públicos y privados, venidos del jefe de aquel reino, levantaron envidias y motivaron conspiraciones. La idea de lograr las cosas por vías pacíficas chocó de lleno con los planes de la cúpula militar que acariciaba planes de guerra hacia otras comarcas con el propósito de engordar las arcas y expandir los territorios. Águila de Ojos Profundos se opuso a todo aquello aumentando hacia él todo el odio de los hijos de la muerte. Como para entonces sus ideas ya estaban muy profundamente arraigadas en el corazón de las personas, su presencia empezó a ser muy molesta. Su jefe se convirtió en Emperador, ungido por los dioses y elevado al rango de Máxima Inefabilidad. Entonces se elaboró un plan especialmente siniestro; asesinarle y a la vez convertirle en divinidad, de esa manera se evitaría revueltas y otros desordenes. Así que una noche, para acallar su voz, alguien le clavó un cuchillo de pedernal en medio del pecho. Ocultaron el cuerpo en una cueva sin nombre en las faldas del Volcán Tutelar, construyeron a su alrededor una elaborada y compleja leyenda, se inventaron liturgias y estatuas, le dedicaron días en el calendario y juegos deportivos, su nombre ocupó espacio en los estandartes de combate y para todo el mundo dejó de llamarse Águila de Ojos Profundos para ser recordado como Quetzalcóatl, que significa, Serpiente Emplumada. Hasta la mañana en que llegaron las carabelas de Hernán Cortés y la historia de aquel mundo cambió para siempre.    
Por fin, a la vuelta de un ángulo de la muralla este, Barcelona se abrió ante nuestros ojos con el rabioso esplendor de sus luces. Desde el puerto hasta los barrios altos, recordaba el núcleo de una pequeña galaxia desparramada a orillas del mar. Las nubes sobre la urbe reflejaban su claridad creando una exquisita sensación de estar viendo la puesta en escena de una obra dedicada a lucha del hombre contra la oscuridad en la que nueve brazos de luz, nacidos del imponente Palau nacional de Motjuïc, recordaban lo posible que es acariciar el cielo, mientras, una ola de colores estallaba en la fuente mágica que corona la Avenida de la Reina María Cristina, la que parte de la coqueta Plaza España, bajo los nobles compases de una lejana sinfonía y el regocijo de varios cientos de curiosos y sus cámaras de fotos.
_”Cómo ha cambiado”_ dijo Ubel meditabundo_ “No la recordaba tan iluminada”
_”¿Acaso no pasabas a menudo por aquí?”_ preguntó José ante el desconcierto de nuestro amigo.
La hermosa morena caminó unos pasos hacia el borde del talud que desciende muy vertical hasta la base de la muralla, colocó los brazos en jarras con las manos abiertas sobre las caderas, miró en dirección al cielo, después a la ciudad, se encogió de hombros y regreso a nosotros.
_”Si, paso a menudo por Barcelona, cuando mi vuelo es lento, lo hago a siete mil kilómetros por hora y a cuarenta de altura para evitar contactos como aquel contra el que choqué el primer día que llegué a vuestro hogar; pero no se trata de eso, nosotros viajamos a la velocidad del pensamiento. Nos desmaterializamos aquí y nos materializamos allí, es la única manera de atender un Arco Operativo. A veces, por el placer de disfrutar un poco, bajo a la velocidad que les he dicho y aún así, todo va tan de prisa que no hago mucho caso a lo que veo pues, en realidad, mi atención la ocupa “lo que siento” al volar sobre Barcelona. El trabajo de los ángeles que viven aquí, las historias de los humanos, los problemas cotidianos, me llegan en forma de paquetes sensoriales que voy abriendo y devolviendo a medida que encuentro soluciones o respuestas adecuadas a sus demandas mientras cruzo el firmamento dentro de una membrana en forma de burbuja aerodinámica llamada Hüdemmjáa.”
_”¿Hüdem…qué?”_ preguntamos a la vez.
Una risa cascabelera despertó a algunas aves de tempranero sueño, la risa de un ángel puede llegar a ser un amanecer en miniatura.
_”¡Es fácil!… Mirad, se pronuncia poniendo la boca algo torcida y relajando la garganta para que el sonido caiga hacia adentro, así, miren, Jiuuu…demm… entonces hacéis un pequeño respiro y llegamos al final de la palabra, imaginando una bola por un tobogán ¿vale? A ver, Jaaaaa”
Y henos allí, a José y a mi, torciendo los labios en el intento de pronunciar el nombre del vehículo que usa nuestro amigo.
La risa compartida nos unió de una manera especial. Éramos tres seres atados por lazos cuya dimensión se dibujaba más profunda de lo esperado. Entre nosotros no había maldad, ni competencia, ni tirantez de algún tipo. Y mientras Ubel se burlaba de José y le corregía torciéndole los labios para crear un nuevo motivo de risa, advertí que algo, muy dentro de mi, crujía y se abría de par en par. Instintivamente puse mis manos en el chacra del corazón y le sentí latir en otras frecuencias. Sin dejar de reír y abrazar a José y sus cosquillas, Ubel me clavó una de aquellas miradas de cristalino destello, imposibles de evadir.
“Muchas gracias” escuche dentro de mi cabeza. “Gracias por hacerme sentir querido por vosotros” Sujetó a mi esposo por los hombros con los brazos, que no por ser femeninos eran menos fuertes, y le recordó que él tenía el gran honor de ser uno de los pocos humanos que conocían el Uk, que lo hablaba muy bien y que si lograba quitarle aquel profundo acento de La Habana con que destrozaba las reglas milenarias del idioma de los ángeles, podría, tal vez, llegar a ser un gran escritor con un público potencial de varios millones de seres alados a la espera de sus libros y grabaciones.
Con la vejiga a reventar, José se retiró en busca de un lugar donde regar las plantas, quedando un momento a solas el ángel y yo.
_”Ubel, yo también te agradezco que estés con nosotros”
_”Gracias, pequeña”
_”Sin embargo, con el paso de las horas, te siento más humano, más…cómo decirlo… ¿Cómodo? En tu estado actual.”
Me acerqué un poco e impuse mis manos en su pecho.
_”Dime ángel ¿por qué percibo miedo en tus corazones? ¿A qué temes? ¿Por qué soy tu refugio?”
Ubel colocó su mano sobre la mía y contestó lleno de serenidad.
_”Hace dos mil años en el tiempo, una noche como esta, en el desierto de Judea le pregunté a un hermano, lo mismo que tú. Respiró profundo, se abrió la tunica, descubriendo al viento y las estrellas sus largos cabellos, estoces me dijo_”Ubel, hay miedo en mi corazón por culpa de mi propia humanidad. Temor al dolor que provocará, la futura ausencia, sobre aquellos que me aman, no temo tanto el que aguarda para hacer sufrir mi cuerpo y, querido ángel, por esa razón, me refugio esta noche en ti porque ya eres parte del eslabón más fuerte de este mundo, se llama Familia, sea de hombres o sea de almas” y le abracé en la soledad del desierto, sin más testigos que sus seis ángeles de escolta y el Ojo del Universo derramando lágrimas de cometas sobre el cielo de Palestina.”
_”Bienvenido seas a mi familia, querido Ubel”
_”¿A la de hombres o la de almas?”
_”A las dos, cariño, a las dos, que en definitiva es una sola”