sábado, 30 de abril de 2011

Transformación (Cap 2)

_”Gracias mi amor”_ le dije trayendo su cabeza a mi pecho_” ¿Te sientes mejor?”
Hizo un gesto afirmativo. No hice preguntas, para mí ya era suficiente, para él también. Algunas cosas de aquella historia las conocía sin muchos detalles, otras estaban de estreno mundial.
Lejos de enfadarme por la parte de su vida jamás contada, comprendí que, de haberlo sabido antes, tal vez no estuviera tan preparada como lo estaba ahora para asimilarla.
Ubel debía saber algo sobre la larga conversación que ocurría en nuestra habitación porque, sorprendentemente, nos dejó descansar varias horas, algo digno de elogio para alguien como él cuya presencia en este plano dimensional, le obliga a calcular el uso de cada segundo de los minutos sobre la tierra de los mortales y mortíferos seres humanos
Al despertar llamé por teléfono a mis hijas. Supe que todo estaba bien, incluso sospechosamente bien en sus entornos y cuando más tarde le pregunté a Ubel si tenía algo que ver con el súbito retorno de la paz y la armonía en sus vidas privadas, se limitó a un arqueo de ceja y una media sonrisa.
_”Ubel”_le inquirí llena de dudas_ “Nosotros te vemos solamente a ti pero, ¿hay a tu lado más entidades que tengan que ver contigo?”
_”O que tengan que ver con el bienestar de nuestra familia”_ redondeó José.
El arcángel tenía medio cuerpo dentro del armario ropero de la más joven de mis niñas, removía prendas en los cajones y descolgaba perchas buscando algo que combinara con unos ajustadísimos pantalones de cuero negro que había encontrado y que le quedaban divinos.
_”¿Ésta, o ésta?”_ fue la contra respuesta del ángel, sometiendo a nuestro juicio el combinarse con una ajustada camiseta blanca o una blusa color sangre algo, más holgada.
_”La roja”
_”La blanca”_opinó José y nos miramos a la vez.
Expliqué mis razones _”La roja, cariño mío, le pega más porque tiene la piel morena.”
José puso cara de profesor de física cuántica mientras discrepaba conmigo
_”Sin embargo, mi vida, sigo pensando que es la blanca porque los pantalones son muy negros y el blanco le ofrece un alto contraste, muy favorable junto al color del pelo aunque… bueno… hay un problema con, las alas.”
Regresaron las telas al armario y salió con aires de estandarte una blusa dorada sin mangas y atrevido escote.
_”Me quedo con esta, ah, y por las alas no os preocupéis, mirad”
El ángel cerró los ojos y bajó la densidad molecular de una parte de su cuerpo, las alas fueron transparentando su presencia hasta quedar reducidas a dos pequeñas marcas parecidas a cicatrices entre los omoplatos.
_”¿Qué tal?”_ preguntó mostrando la súper coqueta espalda mientras se introducía la prenda por la cabeza.
_”Bien, no está mal”_ dije en medio del asombro.
_”¿Qué no está mal?”_ protestó José_”El problema es que tienes un pecho de boxeador profesional que no pega para nada con lo que llevas puesto”
Ubel no pudo contener una luminosa carcajada.
_”Esta noche hay luna llena. La luna influye mucho sobre los ángeles, y en muchas las mujeres”_dijo dedicándome una mirada cómplice_ “Decirme qué tamaño les pongo porque hoy no pienso volar”
Y se puso de nuevo a reestructurar los músculos enviando hacia adelante los tejidos que no necesitaba haciendo brotar ante nuestros atónitos ojos y par de mamas tan perfectas que harían soñar al mejor cirujano plástico.
José me miró con cara de “¿y éste qué se ha metido en vena?” y yo le respondí alzando los hombros.
_”¿Mejor?”
_”No”_dijo tajante José, palmeando en el aire_”Tienes demasiadas…te…tas… ¡Es que pareces un putón!”
_”Si Ubel, quita un poco, yo te voy diciendo cuanto”
Obediente, el ángel fue bajando gradualmente el volumen de sus pechos hasta quedar con una talla mucho más armónica respecto al cuerpo.
Y entonces surgió una de las mujeres más bellas que imaginarse puede.
Le conduje a un espejo de cuerpo entero y comprobé que apenas necesitaba un toque de maquillaje pues ella, o él, transmitían un tipo de hermosura natural y a la vez salvaje sensualidad, que hacía innecesario el milagro de los cosméticos.
Le di mi veredicto, sintiéndome un poco como cuando mis hijas me buscan para ver si acertaron con la ropa antes de salir de fiesta. Había gran  cantidad de ternura e inocencia en aquella escena que ya forma parte de mis recuerdos surrealistas.
_”Como mucho, un toque de brillo en los labios y algo de sombra en los ojos, pero muy tenue, porque arreglando las pestañas creo que ya será suficiente, así no vas cargado, perdón, cargada.”
Ante nuestro desconcierto, Ubel explicó que se sentía mujer, que no pasaba nada, que había días que sentía como hombre y en ambos géneros estaba cómodo porque así son las cosas y como tal hay que aceptarlas.
Además, él necesitaba de tales roles porque en su labor mediadora entre los humanos, la mejor manera de entendernos era saber qué se siente siendo hombre y siendo mujer.
El Ubel que José conoció en Angola nada tenía que ver con la paralizante morena que estaba en nuestro piso. El colofón de aquella jornada llegó cuando la criatura, guiándose por el espejo, fue remodelando los huesos del rostro, suavizando contornos, re perfilando el óvalo y los arcos superciliares buscando un toque más oriental en la mirada con un alargamiento de los párpados, aunque dejando íntegra su nariz griega, las cejas y los labios carnosos.
_”Eso debe doler”_ comentó José en medio de un erizamiento_ “Ubel ¿A qué viene esta transformación?”
_”Celebro el fin de un ciclo y el comienzo de otro” _ respondió el amigo/a mientras colgaba del cuello un fino collar de cuentas de cuarzo rosa_”Pude tomar la identidad de un minero y celebrarlo en una plataforma petrolífera del océano índico, moviendo hierros y cables pero…hoy hay luna llena, estoy con mis humanos preferidos, me siento chica, me di un banquete de sol mientras dormíais, hablé con el Creador y me otorgó nuevas licencias. Para vuestra tranquilidad, Bémbu y Ki-óko se encargan temporalmente del bienestar de vuestras hijas (para así tener más tiempo nosotros) ¿Qué más? Pues, hay gozo en mis cinco corazones y mucha paz en el alma que habita mi esencia. Poneos guapos, vamos a pasear por Barcelona. Un ángel, una asturiana y un cubano, somos un trío perfecto para dejarnos llevar por la magia de la ciudad. Sobre todo porque vamos a ir a la Barcelona oculta, la que esconde algunos secretos que debéis conocer porque éstos tienen que ver, aunque no lo creáis, con vosotros.”
Media hora después, nuestro coche giraba a la derecha abandonando la autopista y tomando prudentemente la Ronda Litoral mientras a nuestras espaldas, el astro en su ocaso iluminaba con los últimos rayos las grúas del puerto y a la izquierda, mirando al sur, la cúpula plateada del noble y chaparro faro de la montaña de Montjuïc con su linterna encendida sobre el Mediterráneo en calma.

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